Loading. Please wait.


Parte IV


DEBATE


Coca no es cocaína

La avaricia y la codicia, las adicciones más malignas del alma humana.


Por Stevenson Marulanda Plata – Presidente del Colegio Médico Colombiano

He vuelto a fumar después de 14 meses de abstinencia porque sentía la incesante necesidad de hacerlo, y porque me conviene tratar bien a ese sujeto psíquico que llevo dentro, pues de lo contrario no me trabaja.

 Sigmund Freud

Coca no es cocaína.

¡Que quede claro desde ya! 

La coca es una cosa y la cocaína es otra muy distinta. La cocaína no es un asunto de indios mascadores de hojas, es un tema de química industrial. La cocaína no es un macerado vulgar de hoja de coca, ni tampoco su infusión. La coca (cocalero) es un arbusto, una mata,  y la cocaína es una sustancia química pura extraída y purificada de ella mediante un exigente, costoso y laborioso procedimiento químico inventado por dos químicos alemanes entre 1855 y 1860. Este complicado proceso necesita  110 kilogramos de hoja de coca, varias etapas y muchas sustancias químicas para obtener 600 gramos de cocaína pura, un polvo blanco llamado clorhidrato de cocaína.  

1492. “Avaricia” y “Codicia”, “Las Hermanas Mayores”, gemelas y pérfidas.

“Avaricia”, esa alma sucia, ese monstruoso pecado capital, estuvo presente en la aventura colonial de España en América Latina. “Codicia” su hermana genómica (gemela idéntica), vino con ella. “Moral Cristiana” y “Piedad”, dos hermanas menores y pobres, y “Amor al Prójimo”, el menorcito”, también se embarcaron en Sevilla enviados por La Corona, su padre. 

La espada y la cruz.

Avaricia” y “Codicia”, Las Hermanas Mayores, bellacas univitelinas, famosas en los siete mares por su redes neuronales mesolímbicas atiborradas de dopamina y endorfinas malignas ⎯los neurotransmisores que en excesos rebosantes  son los responsables cerebrales de la adicción a los  deseos y placeres criminales, a esa ansia insaciables al dinero pecaminoso⎯, desbocadas las dos, espada en mano,  llegaron a  la montaña más rica del mundo cableadas en neuronas, sinapsis y neurotransmisores en el cerebro de virreyes y altos funcionarios coloniales. “Moral Cristiana”, “Piedad”  y “Amor al prójimo”, cruz en pecho, también partieron del puerto andaluz y atravesaron el Atlántico en la alambrada  cerebral de las órdenes religiosas al servicio del Dios cristiano.

Las mil y una guerra de Europa.

Las almas y las armas ⎯nacionalistas por naturaleza biológica del ser humano⎯, de todas las naciones de Europa: ⎯dinástica, absolutista, xenófoba, imperial, colonialista, religiosa, vanidosa, militarista, armamentista, ávara y codiciosa acumuladora⎯,  no lograron apaciguar ente nación y nación, léase civilizar, estas profundidades perniciosas del espíritu humano hasta bien entrado el siglo XX, de tal manera que, de sus mil y una guerra, no dejaron ni un milímetro de sus fronteras nacionales limpias de sangre. España estaba en bancarrota. Necesitaba dinero, mucho dinero, para pagar sus deudas, mantener su estatus y ganar sus guerras. Rusia-Ucrania es la muestra actual de esos espíritus belicosos.

La coca, el Santo Remedio.

Los misérrimos indios peruanos zambullidos en las troneras del Cerro de Potosí, la fuente de plata más rica de la historia de la humanidad, recibieron el cruento impacto de la Europa de ese tiempo. Tratados  peor que bestias de carga, más allá de lo que un humano puede soportar antes de volverse una anomalía, sin darles apenas de comer, la Corona y “Las Hermanas Mayores”, optaron por la coca como Santo Remedio para el hambre, el cansancio, el sueño y el rendimiento físico hasta la extremaunción del indio minero. El consumo de la coca era indispensable para la explotación minera. 

Conflicto entre “Las Hermanas Mayores”  y los tres menores.

La Colonia era joven aún.  Era una niña cuando en 1551 y 1567 “Moral Cristiana” en forma de Concilio Eclesiástico de Lima, prohíbe el consumo de coca por tratarse de una “práctica pagana idólatra”, “talismán del Diablo“, y una “cosa sin provecho y muy aparejada para el abuso y la superstición». 

Y, enseguida, en 1569, así lo cuenta Juan Carlos García Hoyos en: “De la coca a la cocaína. Una historia por comprender”: 

“el segundo Concilio de Lima, integrado por obispos católicos llegados de toda Sudamérica, condenó el consumo de coca, amparándose en que era una hoja inútil y perniciosa, y en razón de la creencia que se dice que tienen los indios, de que la costumbre de mascar coca les daba fuerza, cosa que es pura ilusión del Diablo”.

“Las Hermanas Mayores” se disfrazan de sus hermanos menores.

Cédula Real declara al “Talismán del Diablo esencial para el bienestar de los indios.

El cableado del circuito del deseo-placer “full” de dopamina y endorfinas gasolina extra que empuja las motivaciones y las ganas de ser rico y poderoso  del cerebro del Rey Felipe II al darse cuenta que el desfallecimiento de los indios mineros era un serio problema para la producción argentina, pero que era superado por la masticación de la hoja de coca: ¡eureka! Su mente imperial tuvo una reacción química enorme como un Big Bang de dopamina y endorfinas que iluminó de manera enceguecedora su circuito mesolímbico,  y de una, en el mismo 1569,  ordenó al escribano de turno escribir lo siguiente, así lo cuenta Juan Carlos García Hoyos: 

“Somos informados que de la costumbre que los indios del Perú tiene del uso de la Coca (…) fingen, que trayéndola en la boca les da más fuerza y vigor para el trabajo, que según los experimentados, es ilusión del Demonio (…) Y aunque nos fue suplicado que la mandásemos prohibir, deseamos no quitar a los indios este género de alivio para el trabajo, aunque sólo sea en la imaginación. Ordenamos a los Virreyes que provean a los indios, que se emplean en el beneficio de la coca, sean bien tratados”.

La mente colonial española, on line con la de su Rey, espoleadas por los altos picos de dopamina y endorfinas en sus sinapsis mesolímbicas, entiende perfectamente que el cultivo y comercialización del “Talismán del Diablo”, podía convertirse en otra forma de obtención de riqueza. Así, el Virrey del Perú, Francisco Toledo, en obediencia a Felipe II en 1570 promulgó ordenanzas a tutiplén a  fin de estimular el cultivo de coca. Y manos a la obra: empezaron a cultivar y distribuir ellos mismos “La hoja maldita”, apenas sin prejuicios morales.

Nada pudieron hacer los hermanos menores.

Moral Cristiana”, “Piedad” y “Amor al Prójimo”, los hermanos encargados de la fe, la educación cristiana, la suerte, la humanidad, la dignidad, los derechos innatos y  la justicia divina de esos seres humanos, los pobretonas, fracasaron estrepitosamente.  “Las Hermanas Mayores”, a pulso del filo acerado se impusieron.  “Moral”, “Piedad” y “Amor al Prójimo”, se resignaron y terminaron acomodándose. En 1591 el arancel del 5% sobre la coca era un hecho irremediable. Doscientos años después se multiplicó por 2.5 veces. La Iglesia terminó extrayendo la mayor parte de sus rentas de los diezmos sobre la “Hoja maldita” o “Talismán del Diablo”. La primera Catedral de la Paz, fue construida (1692)  gracias al impuesto sobre la coca. La suerte india se cerró. El cerro rico, su infierno, mientras tanto, se los seguía tragando en masa. Así, el 80% de toda la plata del planeta llegaba a Andalucía, a Cádiz, y por Sanlúcar de Barrameda a Sevilla. De este modo, la Madre Patria recuperó su estatus y emparejó su poder económico, político, militar y colonial en Europa y el mundo durante mucho tiempo, gracias a “Avaricia” y “Codicia”, “Las Hermanas Mayores”. 

La coca, la segunda fuente de ingresos de la Corona después de la plata.

La mente colonial de “Las Hermanas Mayores” encadenada on line, como una potente web global moderna, con la del absolutista Felipe II, chisporroteaban como una galaxia nueva.  

El binomio deseo-placer, químicamente dopamina-endorfinas: espeso, irrefrenable, irresistible, en forma de destellos de entusiasmo irracional por la riqueza, chorreaba a borbotones por su circuito mesolímbico, iluminaba de manera enceguecedora los núcleos accumbens, la corteza prefrontal, orbitofrontal, insular y cingulada de la Corona, de la nobleza agraria y de la aristocracia criolla, ennoblecidos a punta de títulos y abolengos de condes, mayorazgos y marquesados para mantener su lealtad al Rey.   

De este modo, las encomiendas de coca en la región de los Yungas de La Paz y Cuzco eran de propiedad de más de cuatrocientos mercaderes españoles y ennoblecidos criollos ricos que vivían exclusivamente del cultivo y comercialización de la coca. La Corona incluyó a la coca como producto importante en el pago del tributo, consiguiendo que  en Suramérica el vegetal se convirtiera en la segunda fuente de ingresos de la Corona después de la plata. El negocio para la Metrópoli era inmenso y redondo, como lo es hoy el de la cocaína para el primer mundo “civilizado

Anónimo de las primeras décadas del siglo XIX. 

“La Paz, por sus yungas ha sido y es el imperio de la moneda. Allí afluyen de todas partes caudales por su coca. Potosí a su vez nada tiene sin La Paz, pero sin la coca, La Paz, nada tiene (…) Adiós mineros, adiós moneda y adiós población si no hubiera coca”. 

Por esos tiempos la coca anual, la “Ilusión del Diablo”, consumida por los mineros esclavizados en Potosí como parte de su salario equivalía a 450 kilos de oro. Juan Carlos García Hoyos en: “De la coca a la cocaína. Una historia por comprender”: 

Las hojas malditas cruzan el Atlántico.

Las hermanas Mayores” regresan a Europa. Sus químicos y su industria farmacéutica ven en los derivados del “Talismán del Diablo” otro Potosí, y reflexionan: si los indios mineros fueron capaces de hacer rica a España mascando esa hoja, ¿algo poderoso no debe suceder en la mente y el cuerpo de los consumidores que podamos monetizar? 

Bien sabían los civilizados europeos que, aunque “los indios no tenían almas”, sus cerebros y sus cuerpos funcionaban exactamente igual que los de ellos.   

El vino tónico de Mariani.

Tenían razón. Las Hermanas Mayores”, venidas de la América andina, residenciadas en Europa en el alma de un químico corzo, serían la perdición del planeta. El potente efecto farmacológico euforizante y vigorizante, igual que en los indígenas andinos rumiantes de hoja de coca, impactó también el circuito neuronal dopamina-endorfinas-deseo-placer de los europeos nobles y aristócratas con capacidad adquisitiva, volviendo adictos químicos a muchas de sus celebridades. 

Ángelo Mariani, un ambicioso químico corzo en 1863 había inventado una bebida con base en vino de Burdeos y un macerado de hojas de coca. Se las ingenió publicitariamente y su consumo fue un éxito empresarial total. 

El mundo, civilizado y bruto, se rendiría a Su Alteza Real. “Avaricia” y “Codicia”, como en el cerro rico, con una explosión intensa tipo Big Bang, muy superior a la de los simples adictos farmacológicos ⎯indígenas o civilizados⎯, se instalaron para siempre en  el potente circuito mesolímbico dopamina-endorfinas-deseo-placer de los herederos de Mariani: fabricantes, casas farmacéuticas, inventores, distribuidores y  negociantes, y después narcotraficantes, que impulsarían la fabricación industrial, el mercado, la distribución y el consumo, de todo tipo de sustancias derivadas de la coca, incluyendo a Pemberton en Atlanta, el inventor de la Coca Cola.  

El Vino Mariani secuestró el genoma cultural de la élite civilizada.

Dos papas, Pío XII y León XIII. El cardenal Lavigerie. El Gran Rabino de Francia Zadoc Khan. Dos presidentes de Estados Unidos: Ulysses Grant y William McKinley. Oscar II Rey de Suecia y Noruega. Alfonso XIII Rey de España. El Rey de Grecia. La Reina Victoria y su hijo Eduardo VII. El Príncipe de Gales. El Zar de Rusia Alejandro II. H. G. Wells novelista, historiador y filósofo. Sir Arthur Conan Doyle creador de Sherlock Holmes. Augusto Rodin escultor. Luis Blériot pionero de la aviación mundial y primero en cruzar por aire el Canal de la Mancha en 1907. Los hermanos Lumière Louis y Auguste inventores del cine. Henrik Ibsen padre del drama realista moderno. Jean Charcot médico descubridor de la enfermedad que lleva su nombre. Los escritores Julio Verne, Alejandro Dumas, Emile Zolá, Robert Louis Stevenson y Anatole France premio Nobel de literatura en 1921. Y el inventor Thomas Alva Édison. Todos se volvieron adictos a los 35 a 70 miligramos de cocaína por vaso del Vino Mariani.  

El papa León XIII (1810-1903) en agradecimiento al tónico, llegó a prestar su efigie para la etiqueta de la botella, y hasta le concedió una medalla de oro a Ángelo Mariani, el inventor, en reconocimiento a esa bebida por “apoyar el ascético retiro de Su Santidad”.

Mariani consiguió el respaldo de la Academia Francesa de Medicina, del Hospital de la Salpêtrière, templo de la neurología francesa y de  Jean Charcot,  el padre de la neurología, y un ejército de más de tres mil médicos recetadores daban certeza absoluta de sus bondades. El Vino Mariani se convirtió en la medicina más recetada del mundo. A principio del siglo XX más de cinco mil patentes farmacéuticas usaban extracto de Coca como ingrediente básico. El químico corzo se volvió rico, muy rico, riquísimo. 

Las Hermanas Mayores”  le echan mano a la cocaína.

Después que lo dos químicos alemanes, entre 1855 y 1860, mediante un complejo proceso químico, extraen cocaína pura de las hojas de coca ⎯clorhidrato de cocaína⎯, “Las Hermanas Mayores” “Avaricia” y “Codicia, ni tontas ni perezosas,  inundan el mercado, ya no de vinos, pomadas y recetas médicas a base  de coca, sino de cocaína pura.

La “Ilusión del Diablo” en boca de Freud:

Muchas celebridades europeas y americanas de la época se pasaron del vino Mariani a la cocaína, uno de ellos fue el padre del psicoanálisis. Sigmund Freud fue cocainómano. La dejó después de 12 años por problemas cardíacos.  

Freud interpreta al indio minero de Potosí así:

(…) regocijo y euforia perdurables, que no intervienen en modo alguno en la alegría de una persona normal… Se siente un aumento del autocontrol, mayor vigor y más capacidad de trabajo. Simplemente se es normal y en poco tiempo se vuelve difícil comprender que uno está bajo la influencia de una droga. Se puede desempeñar trabajo físico o mental durante largo tiempo, sin fatiga;  es como si se desvaneciera la necesidad de comer o dormir, que de otra manera se hace sentir en ciertas horas del día. 

Y a Martha Bernays su esposa, en una carta le dijo: 

Y verás quién es más fuerte, si una dulce niña que no come lo suficiente o un viejo alborotado con cocaína en el cuerpo.

El padre del psicoanálisis creía que era la cura para todos los males y termina recomendando:

…es necesario que los médicos comprendan que la posibilidad de que se produzcan efectos tóxicos no debe impedir la aplicación de la cocaína para producir un fin deseable.

Freud no tenía razón, ese desenfreno social había que pararlo.

La cocaína modifica profundamente el comportamiento íntimo, familiar y social de los consumidores ya que, como un misil guiado, y debido a sus efectos euforizantes y vigorizantes, ocupa y secuestra químicamente los comandos mentales (el circuito mesolímbico dopamina-endorfina) de la motivación, el deseo y el placer, poniendo a vivir a los consumidores en estados mentales tóxicos agudos y crónicos: enajenados, robóticos y artificiales. Esta forma de existencia ⎯solo en modo consumo⎯, conlleva a la aparición de adicción y dependencia de una buena parte de consumidores, y de esta manera, es considerada una importante enfermedad mental de salud pública que requiere muchos gastos y cuidados del sistema de salud y del Estado.

Trío Matamoros – La cocainómana (1934)

Próximo capítulo: COCAÍNA, NARCOTRÁFICO, PROHIBICIÓN Y LEGALIZACIÓN

Los seis magníficos: Avaricia, Codicia, Crimen, Violencia, Corrupción y Narcotráfico hicieron barrejobo en Colombia

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

X